20 de April de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54
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Nuestro organismo funciona como un perfecto equipo poniendo en alerta todo nuestro organismo para protegernos del peligro: nos preparar para luchar, correr, cicatrizar... el problema es que hoy en día los peligros que nos austan no los podemos afrontar corriendo, y el estrés que sentimos se vuelve prácticamente crónico.

 

Física y Química del estrés

El estrés desencadena una respuesta química en nuestro organismo con la finalidad de prepararlo para responder rápidamente ante los acontecimientos por los que nos sentimos amenazados.
Por otro lado, el deterioro funcional y el bloqueo energético que el estrés produce en los órganos desequilibra la correcta producción de hormonas y químicos en nuestro organismo, por eso uno de los síntomas secundarios del estrés es la infertilidad femenina por ejemplo.
Debemos tener en cuenta que nuestro cuerpo está bien preparado para una situación de estrés, pero no para el estrés prolongado o crónico.

  • La amígdala es el centro emocional del cerebro y ante una situación de estrés responde incrementando la producción de una proteína llamada neuropsina, que provoca una reacción química en cadena por todo el organismo. La neuropsina fue descubierta por el Dr. Sadao Shiosaka (Universidad Leicester Reino Unido, informe publicado en 2011).
  • Adrenalina (o epinefrina): neurotransmisor hormona segregada por las glándulas suprarrenales para aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial, acelerar la respiración y aumentar los niveles de azúcar en el organismo preparándolo para un consumo extremo de glucosa (energía). El hígado es el encargado de neutralizar la adrenalina, por eso un estado de estrés habitual agota al hígado rápidamente. Cuando los riñones se ven afectados también se ven alteradas las funciones de las glándulas suprarrenales y es fácil que se “descontrole” la secreción de adrenalina.
  • Noradrenalina (o norepinefrina): hormona y neurotransmisor que estimula las terminales nerviosas, actúa como mensajero entre terminaciones del sistema nervioso simpático, por ejemplo acelerando el ritmo cardíaco, adecuando al cuerpo a un estado de alerta. Ante el estrés, la amígdala cerebral provoca un aumento de la segregación de norepinefrina.
  • Cortisol (hidrocortisol): hormona del grupo de los glucocorticoides que deriva del colesterol y es segregada por las glándulas suprarrenales. Actúa en casos de estrés o peligro para el organismo. Su función principal es incrementar el nivel de azúcar en sangre para propiciar que el cuerpo obtenga energía suficiente en caso de emergencia. A la vez provoca que el sistema inmunológico (nuestras defensas) se “adormezca” con la intención de “ahorrar recursos inmunológicos” para dar una respuesta eficaz ante la amenaza que nos ataca o se intuye (irreal en caso de estrés emocional).
  • Serotonina: la serotonina se convierte en melatonina necesaria para regular los ciclos de sueño y vigilia, hambre y saciedad, frío o calor entre otros. Por eso cuando disminuye el nivel de serotonina, disminuye la melatonina y sentimos desequilibrios de sueño, apetito o temperatura.
  • Acetilcolina: es un neurotransmisor responsable (entre otros) de la estimulación de los músculos para producir movimientos. En caso de estrés se ve intervenido para reducir los latidos y la respiración. (El botox o la botulina bloquean la acetilcolina produciendo parálisis).
  • Endorfinas: calmantes naturales del dolor y son responsables de la sensación de bienestar similares a la morfina o a opiáceos como la heroína. La dopamina es el “mensajero” que alerta a nuestro cerebro para que estimule endorfinas, y ante una situación de estrés se disminuye la secreción de dopaminas.
  • Ante el estrés no todos reaccionamos igual, por ejemplo hay organismos que segregan más dopamina-endorfina para privar al cuerpo de la sensación de dolor, otros organismos por el contrario disminuyen el ciclo de dopamina-endorfina para hacernos sentir más dolor, y así ayudarnos a reaccionar.
  • O2: se acelera la respiración y esto ocurre porque el organismo entiende que necesitamos oxígeno rápidamente para poder producir gran cantidad de energía (metabolismo de calorías). En cambio, aunque obtengamos oxígeno rápidamente, con una respiración rápida y entrecortada en realidad obtenemos menos oxígeno y a la larga produce sensación de fatiga, acidosis del pH de la sangre, angustia, déficit de memoria, etc.
  • Aumento del ritmo cardíaco: aumenta la presión sanguínea ya que el organismo entiende que debe llegar más cantidad de sangre oxigenada a los músculos para asegurar una respuesta motora potente.
  • Problemas en la piel (acné, psoriasis...): el organismo desvía la sangre oxigenada hacia zonas que supone que han de dar una respuesta urgente y potente, como el corazón, por lo que se reduce el aporte de sangre oxigenada a la piel, lo que produce palidez y deteriora el estado de salud de la misma.
  • Tensión muscular: los músculos se tensan preparándonos para una respuesta motora rápida y potente, que al no producirse, alarga esta situación de tensión muscular produciendo dolores y lesiones musculares.
  • Sentidos alerta: la vista y el oído se agudizan y el tacto se torna más sensible, lo que a la larga produce malestar emocional y agotamiento psicológico.


El estrés es el denominador común de muchas de nuestras enfermedades de nuestra sociedad supuestamente desarrollada, desgraciadamente también en niños. Es vital eliminar el estrés de nuestras vidas, pero en lugar de combatirlo muchas veces tendemos a adaptarnos a él, y esto es lo realmente peligroso. La psicoterapia es un buen aliado para eliminar el estrés, así como la práctica de yoga, estar en contacto con la naturaleza y llevar una correcta alimentación ya que el estrés agota nuestras reservas de nutrientes.
>> En el caso de ser necesario complementar tu dieta, recomendamos el suplemento ErgyStress, así como Magnesio o Triptoactive. Puedes comprarlo en nuestro herbolario online aquí, aunque siempre es mejor llevar la supervisión de un profesional.

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