18 de April de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54

Sistema endocrino: hormonas bajo control

Publicado en prevenir y curar
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Aunque sobre todo nos acordamos de nuestras hormonas y metabolismo cuando decidimos adelgazar o cuando sufrimos algún trastorno sexual, lo cierto es que debemos ser conscientes de la importancia de nuestro sistema endocrino en otros tantos aspectos de nuestra vida. El equilibrio hormonal es muy delicado y mantenerlo es fundamental para nuestra salud. Hoy por hoy estamos expuestos a muchas sustancias que pueden alterar o romper ese equilibrio hormonal, por eso, como primer paso, debemos comprender su funcionamiento.

Junto con el sistema nervioso, nuestro sistema endocrino (o sistema hormonal), controla multitud de funciones corporales relacionadas con nuestro metabolismo, sexualidad, aspecto físico, apetito, sueño, digestión, vitalidad, estado anímico, fertilidad, etc.

El sistema endocrino está formado por glándulas endocrinas y por hormonas.

Glándulas endocrinas:

  • Hipotálamo: es una glándula del tamaño de una alubia, que se encuentra alojada en el centro interior del cerebro. Pertenece al sistema nervioso central porque contiene neuronas que coordinan por ejemplo la temperatura corporal, la presión arterial, la sed, el hambre o algunas emociones. También pertenece al sistema endocrino, ya que segrega hormonas liberadoras que a su vez se encargan de regular la secreción hormonal de la pituitaria.

  • Pituitaria o Hipófisis: Está situada justo debajo del hipotálamo y es considerado como el centro de coordinación del sistema endocrino porque libera hormonas muy importantes que intervienen en procesos vitales como el crecimiento (hormona GH), el parto (oxitocina y posteriormente la prolactina), la estimulación de la tiroides (hormona TSH), la glándula suprarrenal (ACTH), los ovarios o testículos (hormonas FSH y LH) y la función de los riñones (hormona ADH).

  • Glándula pineal o epífisis: es una glándula muy pequeña, también situada en el cerebro, cuyo funcionamiento aún no está del todo descrito. Por ahora sabemos que se encarga de segregar la hormona melatonina que a su vez interviene en la secreción de otras tantas hormonas con funciones en los ovarios y testículos. La melatonina es la responsable de nuestro “reloj biológico”, regulando por ejemplo en los ciclos de sueño y vigilia.

  • Tiroides: se encuentra en el cuello rodeando la tráquea. Las hormonas que segrega son las hormonas tiroideas T3 (triyoditironina) y T4 (tiroxina) que se encargan sobre todo de regular el metabolismo. Recordaremos brevemente que el metabolismo se encarga de obtener y sintetizar el “combustible energético” (ATP) necesario para que tengan lugar todas las reacciones celulares de nuestro organismo.

  • Timo: es una glándula que se encuentra en el pecho muy importante durante nuestros primeros años de vida ya que segrega unas hormonas que se encargan de desarrollar nuestro sistema linfático e inmunológico. Esta glándula desaparece en la pubertad, sustituyendo su tejido por grasa.

  • Glándulas suprarrenales o adrenales: están situadas justo encima de los riñones y se encargan de segregar y equilibrar las "hormonas del estrés" y hormonas sexuales como el cortisol, la aldosterona, la testosterona o la adrenalina.

  • Páncreas: el páncreas es un órgano que entre otras funciones se encarga de algo tan importante como segregar insulina para controlar el nivel de glucosa en sangre.

  • Gónadas (ovarios y testículos): en cada caso, ovarios en mujeres y testículos en los hombres, se encargan de segregar hormonas sexuales que a su vez nos otorgan las características físicas que diferencian hombres y mujeres. También son responsables de la libido, de la menstruación, de la formación de testículos y del buen desarrollo del embarazo.

Hormonas:

Las hormonas son sustancias químicas que recorren nuestro organismo, transportadas por la sangre, para cumplir una o varias funciones específicas.
Son segregadas por las glándulas endocrinas cuando estas reciben un estímulo, por ejemplo cuando sentimos miedo, o también cuando a reciben el mensaje de que cierta hormona ha disminuido su volumen en sangre. También hay hormonas que son segregadas directamente en el duodeno, en el corazón o en los músculos.

Las hormonas transmiten un mensaje químico que se corresponde con una célula o tejido “diana”, es decir, con un receptor capaz de “comprender” el mensaje de esa hormona para que así pueda tener lugar un cambio fisiológico o cualquier otra reacción química específica de esa hormona y ese receptor.

Como funcionan como mensajeras, su función es parecida a la de los neurotransmisores del sistema nervioso o a las feromonas, que son como hormonas que funcionan a distancia, ya que nos hacen interactuar con otros seres, siendo responsables por ejemplo del amor a primera vista.
Las hormonas pueden formarse a partir de lípidos (grupo de hormonas esteroides), a partir de aminoácidos simples o a partir péptidos, es decir, cadenas de aminoácidos. A este último grupo pertenecen por ejemplo la melatonina, la adrenalina o la insulina.


¿Quién regula la secreción hormonal? ¿Cómo se regula su equilibrio?

Los mecanismos de regulación de las hormonas son muy eficaces, complejos y delicados, ya que un leve aumento o déficit de la cantidad de determinadas hormonas en nuestro organismo puede causar trastornos graves.
Para hacernos una idea de la importancia de este equilibrio, el
gigantismo está producido por un fallo en la secreción de la hormona GH (o somatotropina), la enfermedad de Cushing está causada por un exceso de cortisol, causado a su vez por un fallo en la secreción de ACTH (adrenocorticotrópica) o el hipertiroidismo por un fallo en la TSH (tirotropina), entre otras tantas enfermedades de origen hormonal.

La secreción de hormonas está autocontrolada por el mismo sistema endocrino, mediante unos procesos que se denominan “retroalimentación” o “feedback”.

Existe un nivel óptimo para cada hormona en el organismo, así como para sustancia química que lo compone, y cuando su volumen en sangre se encuentra por debajo de ese nivel, la glándula correspondiente aumenta la secreción de dicha hormona, esto es feedback positivo.

Por el contrario, si la cantidad de determinada hormona (u otra sustancia) supera su nivel adecuado en sangre, el mensaje químico llega a la glándula que inhibirá inmediatamente la secreción de esa hormona, o segregará una hormona que rebaje el nivel de esa sustancia, esto es feedback negativo, que es el mecanismo más común.

Aunque este mecanismo parece sencillo a simple vista, en realidad es extraordinariamente complejo, y en él intervienen diferentes hormonas, aminoácidos y otros tantas variables que interactuan dando lugar a un engranaje perfecto aún hoy imposible de comprender del todo.


El peligro de alterar el equilibrio hormonal

Por ejemplo cuando el nivel de glucosa aumenta en sangre por encima de su nivel saludable, el páncreas segrega insulina que reduce rápidamente los niveles altos de glucosa en sangre, que resultan tan peligrosos para nuestro organismo. Pero como queda un residuo de insulina en la sangre, nuestro organismo nos pedirá un poco más de azúcar para compensarlo, y ahí comienza el círculo vicioso que hace que cuanto más azúcar consumimos más queremos consumir.

Este mismo proceso de regulación se aplica a otras tantas sustancias químicas en nuestro organismo, y esto unido a la extraordinaria capacidad de nuestro metabolismo para adaptarse a nuevas circunstancias, es una de las causas de la dependencia y el efecto rebote en muchos tratamientos. Por eso por ejemplo cuando tomamos melatonina, que regula los ciclos de sueño entre otras cosas, nuestro organismo detectará que los niveles de melatonina están cubiertos, o incluso rebasados, por eso no solo dejará de producir melatonina propia, sino que es posible que intente contrarrestar el exceso.

Por todo esto, cabe destacar que no se deben tomar hormonas u otras sustancias que afectan al funcionamiento del sistema nervioso o endocrino sin que exista una trastorno grave para ello (lo que sabrá diagnosticar un especialista responsable), ya que literalmente sustituyen y anulan nuestras funciones fisiológicas naturales, pudiendo estas quedar atrofiadas a largo plazo.

Los pesticidas o fertilizantes químicos que contaminan nuestro alimento, agua, tierra y aire, así como infinidad de residuos tóxicos que nos dejan los medicamentos y los metales pesados que acumulamos en nuestro organismo debido a la contaminación, ponen en serio peligro nuestro delicado equilibrio hormonal.

Una pequeña muestra de este problema son las alergias, que afectan de alguna manera a más del 25% de la población mundial, cifra que se estima que llegará a duplicarse para el 2015. La alergia se produce porque nuestro organismo detecta que está en peligro y segrega histamina, que causa los típicos síntomas que conocemos por ejemplo por la alergia primaveral. La histamina no es una hormona, sino un neurotransmisor ya que “trabaja” para el sistema nervioso.

Otra muestra del peligro de los desequilibrios hormonales en nuestro organismo es la esterilidad femenina o masculina que afecta también a una gran parte de la sociedad, aumentando las cifras cada año a un ritmo muy preocupante.

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